PRIMER APRENDIZAJE
Aquellas situaciones, actitudes y actividades más
comunes que desarrollamos en el diario vivir, y que se asumen como innatas del
ser humano, siempre de una u otra manera, tienen un comienzo, un punto de
partida, una historia en particular, que relata los hechos de cómo se logró
llegar a esa situación, de los factores que nos llevaron hasta ese momento en
el que alcanzamos lo que llamaríamos la “naturalidad” de la actividad, el
dominio con certeza de cada situación; pero usualmente no reflexionamos sobre
dichos procesos, por lo que a continuación este escrito busca contar estas
partes tan importantes de mi historia, cómo aprendí a hablar y cómo aprendí a
escribir.
Aprendiendo A Hablar
Yo crecí en medio de una familia de clase
media de la ciudad, trabajadora como todos, pero decidida también como muchos a
sacar adelante a sus hijos, yo, como única mujer y además la menor de tres
hijos, fui muy consentida y por suerte conté con la fortuna de que mi madre me
criara pues trabajaba en casa y podía dedicar la mayor parte de su tiempo a mí
educación, así que ella, siempre me hablaba mucho y me llamaba mi atención con
historias cotidianas, con historias de su propia vida, y esto fue básico para
que yo, aprendiera a escuchar, y comenzara a asociar ciertas actitudes, con
ciertas palabras, “No!”, “Come”, “Dime”, “Mamá”, “Papá”, etc., ó para esas
edades, - meses de vida realmente-, solamente asociar sonidos con alguna
situación repetitiva.
A medida que fui creciendo y fui siendo más
inquieta y atenta, mi madre comenzó a enseñarme las vocales en un tablero rosado
con negro y una tiza blanca, a pronunciarlas y mover los labios con la forma
del sonido. Según mi madre, mi primer palabra con sentido, fue “Papá”, por alguna
ironía de la vida, mi Padre siempre trabajaba y casi no lo veía, mientras yo
estaba casi todo el tiempo con mi mamá sin embargo esa no fue particularmente
mi primer palabra, aunque ella todo el tiempo, me repitiera frases como: A ver,
diga mamá!, síiii, mamá!. Pero evidentemente no dio resultados satisfactorios.
Podríamos reflexionar un poco sobre el término
‘hablar’ y su significado, pero con el objetivo de no desgastarnos en un debate
etimológico y de interpretación de esa palabra, pues solamente diremos que para
efectos prácticos, hablar es, la capacidad sonora de una persona para comunicar
claramente sus ideas, sentimientos, y en general cualquier mensaje que quiera
entregar a un receptor por esta misma vía auditiva ó sonora.
Ahora bien, para realmente aprender a hablar, tenemos
que componer frases a través de la unión de palabras, y una palabra lógicamente
se compone de una serie de letras, razón por la cual, para mi madre, el trabajo
de enseñarme a hablar se realizó a través de un juego muy interesante y era,
“hacer tareas”, de manera tal, que cuando mi mamá y yo jugábamos a hacer
tareas, lo que ella realmente hacía era enseñarme palabras, y alimentar mi
vocabulario con todas las palabras de libros infantiles que se podían asociar
con a una imagen, una silla, una mesa, un balón; finalmente su objetivo como
madre, fue exitoso, porque logró que mi camino escolar fuera más corto pues
logré ingresar directamente al grado de Transición, pues ya distinguía las
vocales, algunos números, colores, y ya después de entrar a esta nueva etapa
escolar, el resto de mi aprendizaje, se dio en la academia, a través de la
lectura, de la composición y la escritura y dictados constantes en la vida
escolar.
Aprendiendo A Escribir
Paralelamente al aprendizaje del habla,
instintivamente, iba aprendido a escribir, pues mi madre, escribía en el
tablero, todo lo que quería que aprendiera, por lo que naturalmente, cuando
estaba demasiado inquieta, buscaba las tizas, e intentaba imitar, los gestos y
movimientos, que daban como resultado una letra que yo debía leer.
La escritura, también se daba en los momentos
especiales de nuestro juego “hacer tareas”, en donde también descubría, cual
era mi mano dominante para escribir si la izquierda ó la derecha, que colores
me gustaban si el azul ó el rojo, de cualquier manera, todo fue un juego, pues
mi madre me enseñó a hacer ‘planas’, como las de las vocales, hacer solamente
la letra ‘a’ muchas veces ó la ‘e’, ‘i’, etc.
Posterior a esto, una etapa más compleja fue
llegando y era la de componer palabras, escribir la ‘p’ y luego la ‘a’, luego
nuevamente ‘p’ y nuevamente ‘á’ y después leerla correctamente como ‘papá’; sin
embargo siempre se complicaba más la escritura, pues no comprendía el sentido
de las tildes ó de muchos signos de puntuación, etapa que necesariamente fue
dominada por la academia y por un esfuerzo adicional en aprender a leer
correctamente y aprender y alimentar mucho más mi vocabulario.
En este punto deberíamos también recordar qué es
escritura, y continuando con la tarea de simplificar el concepto, diremos que
la escritura es una acción gráfica, de transmitir un mensaje y tiene forma de
signos, pues realmente una manera simple e inicial de que las personas se
comuniquen puede darse también a través de pinturas, descriptivas y no
simbólicas como lo son las palabras ó los ideogramas chinos.
Para finalizar podemos concluir, que la
eduación entra por casa, pues realmente como seres humanos, somos criaturas de
costumbres y por costumbre, la escritura a través de nuestro idioma naturalmente
termina por encontrarse inmerso en nuestras vidas, convirtiéndose ésta, en la
herramienta perfecta para poder mantener claros y siempre novedosos nuestros
conocimientos, opiniones y expresiones artísticas.
Darlin Calderón
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