jueves, 18 de octubre de 2012

Como empezó la magia de las letras- Diego Quintero Candela



M
ientras transcurrían mis primeros meses de vida, cuando  empezaba a explorar el mundo e iniciaba la aventura de distinguir objetos, personas,  sabores, colores, y entender que lo desconocido se comprende solo dejándose invadir de las situaciones (pero que había unas de las que no se podía pertenecer mucho porque es peligroso). Mis sentidos que se agudizan y empiezo a darle protagonismo en mi vida a unas cosas más que otras,  y gradualmente  entiendo que hay formas de transmitir esas sensaciones que perciben mis sentidos: Los gestos, las imágenes, las letras, la voz y la música.
 “La Voz”, esos sonidos que transmiten intenciones, mensajes, sentimientos y emociones.
Por anécdota de mi abuela la señora Imelda Hernández, quien estuvo más tiempo conmigo en esa etapa a la que yo llamo el inicio de mi camino por este mundo mis primeras palabras fueron: “MA” y  “PA”                                                                                                              .  
A medida que transcurrían los días, los meses y los años, me hacia mas diestro en el dominio de estos sonidos, empecé a relacionar esas imágenes de lo que conocía del mundo Con símbolos que hoy utilizo para inmortalizar mis pensamientos de forma muy detallada. Entre risas y  lágrimas pase muchas noches de mi infancia aprendiendo a leer, lo que para mí no fue fácil, ya que  percibía que en ocasiones una imagen podría tener mucho más contenido que la representación de conceptos en símbolos, e indudablemente los dibujos son más fáciles de leer, decía yo.
En contra de la voluntad de un niño de 5 años que creía que lo necesario para vivir eran los besos (que  era lo que yo pensaba que mantenían juntos a mis papas), aprendí a leer. Mi hermana quien fue siempre para mí la amiga, enemiga y compañera de aventuras en el mundo de los juegos y la imaginación, compartió ese forzoso aprendizaje a entender esos símbolos raros que todos entendían tan bien.
Simplemente acepte que era más fácil hacerme compañero de la lectura que su rival, lo que me llevo posteriormente a conocer lugares que se encerraron en mi cabeza para siempre. Mi mamá durante mis primeros años de vida nos leía cuentos para que empezáramos y familiarizarnos con palabras más complicadas y pudiéramos entender al instante todo con claridad.
Pero para mí era más genial crear mundos y personajes con mis manos que si se describieran con gran detalle, pero muy rápido comprendí que leer y  escuchar de vos de mi madre esos autores me inspiraban a llegar ser algún día un combinado de estos dos mundos a veces tan distantes y tan cercanos. Por eso aunque nadie me entendiera me aislaba a plasmar mis héroes de series y películas en hojas, donde los recortaba y jugaba con ellas durante horas hasta que dar dormido sobre mis fieles amigos, queriendo de corazón ser unos de ellos.
Transcurrían mis días de en donde mi mente se perdía entre maravillosos lugres construidos en mi imaginación con juguetes, papel, colores y lápiz que tal vez existía alguien que si me comprendía, y es mi tío materno Diego. Un estudiante de Diseño grafico de la universidad Nacional con una imaginación y creatividad constantemente expuesta en sus acciones.
Para mí un sueño que pudiera estudiar todos los días como hacer representaciones graficas del mundo y sus ideas. Queriéndome parecer a él en todo, empecé a imitar sus tareas y pedirle explicaciones de como las hacía.
Un día como era normal en mi infancia mientras me enseñaba a sombrear me dejo una opinión que ha permanecido en mi mente desde entonces: “escribir es como dibujar, pero de otra forma”.  Pensé hasta entender lo que me había dicho y llegar a comprender esta  revelación en mi vida, porque En las letras se puede trasmitir también todo lo que quería representar en una imagen y representar su significado de la manera que se escribe.
Y como dice mi padre:- “las letras nos pueden llevar a situaciones y lugares  reales e imaginarios
Entendí que en las letras y los dibujos puedo dar rienda suelta a mis caprichos para ser el dueño de mis creaciones y pensamientos, es decir, ser colono de cada rincón dentro del papel y dueño absoluto de la libertad del destino que tendrá ese objeto inanimado. Mi amigo cuando no quiero despertar a ciertas cosas frente a la realidad de la vida, mi confidente de sueños para poderle dar otro final a las cosas y  hacer lo que no sea escrito o dibujado, pero también el que me recuerda en que me he comprometido.

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