Su suave voz me atrapó, sumergiéndome sin problemas en el momento mientras miraba su delicado rostro y brillantes ojos. Al besar sus labios, y rozar su cuello con los míos, probé por primera vez aquel manjar desconocido, detallé su figura con mis manos, y su aroma terminó por dominarme.
Mateo Daza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario