lunes, 15 de octubre de 2012


UNA EXPERIENCIA DE SANACIÓN - (Crónica)
Darlin Calderón

Era el día de mi cumpleaños cuando mis compañeros y yo, recibimos por parte de Tatiana, nuestra profesora de la cátedra de Español, una invitación muy especial a un concierto terapéutico de un amigo suyo llamado Juan Francisco Castro. Ese 2 de Octubre fue bastante especial, no solo porque hubiera sido el día de mi cumpleaños, sino porque recibí muchas sorpresas inesperadas, como la invitación a este concierto, y también porque mi novio y mi mejor amiga a eso de las 10:00 p.m. me fueron a recoger a la Universidad. Debo ser honesta, mis expectativas para ese jueves 4 de octubre eran bastante bajas pues en mí se guarda cierto escepticismo frente a remedios mágicos, regresiones, interpretación de sueños, y por supuesto, conciertos terapéuticos.

Ese Jueves fue poco particular, inclusive con la expectativa del concierto, más bien un día típico en mi vida, sin embargo mi mayor expectativa era que iba a tener una clase de español, llamémoslo “relajada”, cosa que estuve buscando todo la semana porque, hay que decirlo, no pude descansar como debería después de la celebración de mi cumpleaños el martes pasado. En fin, una noche tan helada como la de ese jueves solo me hacía pensar y añorar mi almohada y mi pijama favorita color rosa que tanto me abriga. Salimos de las instalaciones de la Universidad con paso acelerado en plena disposición de refugiarnos rápidamente en el carro de nuestra maestra, quien nos llevo de la forma más segura hasta el teatro Acto Latino ubicado en Chapinero, es decir a muy pocas cuadras de la Universidad pero a esas alturas de la noche capitalina, muy poco favorables para que las mujeres salgamos solas a caminar por ahí!.

Una vez en el teatro, un pasillo largo y más bien temeroso, nos guío hasta el lobby del teatro, donde nos sentamos a esperar ser llamados para el concierto; allí hicimos antesala cierto tiempo con mis compañeros de clase y también con personas extranjeras, pues pronunciaban palabras totalmente ajenas a algún idioma que yo haya escuchado, aunque no es que haya escuchado muchos.

Un hombre ya con canas en su barba y su cabello largo y un poco enmarañado, nos estuvo hablando de las cosas que íbamos a experimentar a continuación, y también aprovechando sus habilidades comerciales, invitarnos a otros eventos que se llevarían a cabo posteriormente en el mismo teatro durante la Quinta versión de su Performance Acto 2012; yo, sin embargo continuaba un poco escéptica a este tipo de terapias a través de un medio tan común y a la vez fascinante para mí como la música.

Una sala con piso de madera y escalinatas como para unas 60 personas bien sentadas nos esperaba del otro lado de una puerta. Un tapete rojo iluminado con velas, en el centro del escenario, en el que se podían observar varios instrumentos como un tambor chino, algunas vasijas metálica, un sitar, una guitarra, gaitas, y otros aditamentos, con los cuales asumía que tendrían alguna participación del acto, incluso el agua. Igualmente por mi mente se cruzó la idea de escuchar música hindú, música de esa que viene empaquetada comercialmente en los cursos de yoga en Dvd.

Nos pidieron que adoptáramos una posición más cómoda en el escenario cerca del músico, tan cómoda que estar acostados en el suelo era la manera más eficaz de conseguir tal comodidad y relajación solicitados por el artista; de repente el sonido de agua corriendo, fue el inicio de lo que sería una experiencia tan conmovedora para muchas personas, difusa para otras y como en mi caso y el de otros, tan meramente relajada, que solo se vio interrumpida por el sonido de una campana ó algún otro sonido agudo, que interrumpió un sueño tan profundo y un estado de relajación que hace tiempo no conseguía en mi agitada vida laboral.

Una vez todos nos reintegramos a la realidad de esa noche, el artista nos invitó para que compartiéramos nuestras experiencias, y para mi sorpresa e impresión, descubrí que a diferencia mía, algunos de mis compañeros, tuvieron “viajes” bastante surrealistas, y fuera de lo común, que al escucharlos me hacían pensar que yo había hecho algo mal pues no había logrado experimentar situaciones como, respirar bajo el agua, tener sexo, ver siluetas de colores que me envuelven y me hacen sentir bien u otras que me tentaban con bailes exóticos, ó encontrarme con personas que quería ó algunas que me hubieran hecho daño y con las que después encontraría reconciliación y dejaría partir para sentir un perdón absoluto, ó verme a mi misma, como una luz que me atravesaría mi cuerpo.

Nada, nada de eso, puedo decir, hizo parte de mi experiencia personal con este bello concierto terapéutico; sin embargo fue suficiente, dirigirme al baño por un instante para que una acompañante del artista a quien cuestione preocupadamente sobre mi carencia de experiencias durante el concierto, me explicara que mi falta de experiencias casi tangibles era normal, pues no todas las personas manifiestan sus verdaderas necesidades de sanación ó experiencia de liberación a la primera vez, y mejor aún, era más posible, que en efecto, hubiera tenido una experiencia de sanación a niveles tan profundos que no lograba tener conciencia de los mismos y por eso asumía una actitud menos evidente a la hora de recordarlos.

Agradeciéndole a la mujer acompañante y con el concierto en general, tuve la sensación además de volver a repetir la experiencia y más aún de compartirla con algunas personas especiales como mi novio y mejor amiga, pues ellos a diferencia mía irían sin mi escepticismo al concierto y es un hecho que tendrían también experiencias tan surrealistas y creíbles como las que escuché esa noche, y porque no decirlo, también tuve a un nivel tan inconsciente, que como resultado de esta experiencia me llevaron a niveles de relajación absolutos y únicos.

Darlin Calderón

1 comentario:

  1. Hola
    Me gustaría publicar el texto, o parte de el, en mi página de facebook
    Saludos
    Juan Francisco Castro
    * Les encargo si me envían las fotos, Gracias.

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